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Cada tres años la historia se repite

Publicado en Notineta.com

No importa si son elecciones presidenciales o sólo parlamentarias, no importa si estamos sumergidos en la peor crisis económica de los últimos años, no importa si día con día suceden decenas de muertes por la torpe lucha contra el crimen organizado, no importa si la mitad de los encuestados responden que no a la pregunta de sí están interesados en las elecciones; en fin, cada tres años todo deja de importar, ya que lo único que importa es la expectativa del reacomodo político en cámaras de diputados, municipios y algunos estados.

Con el estreno de la reciente reforma electoral, que creíamos muy avanzada, comparándola con lo que había, los reflectores regresan a los mismos actores políticos de siempre, a los políticos y la lucha de poder que éstos desarrollarán para conseguir más y mejores espacios de poder que les permitan seguir amasando fortunas o mantener cacicazgos políticos a costa de los problemas que sí debieran importar, que son los problemas que se sufre en carne y hueso la ciudadanía.

Seguramente a ninguna de las madres cuyo hijo esta en estos momentos sufriendo los estragos del motín en el tutelar para menores de San Fernando, ni a los hijos de algún migrante michoacano en Chicago que no reciben la remesa necesaria para sobrevivir por la crisis en aquel país, ni al campesino que recibe una paga inferior a la invertida por la cosecha de la temporada, les importa quién será el candidato a diputado de su distrito por este o tal partido, mucho menos les importa especular acerca de quién podría dirigir la posiblemente abultada fracción parlamentaria del PRI en San Lázaro o quién será el siguiente Jefe Delegacional. Si a ellos no les importa, ¿entonces es realmente importante conocer esos nombres o saber qué proponen esta vez?

La respuesta parece obvia, pero lamentablemente sí es importante o al menos debiese ser importante, ya que son ellos quienes nos gobernaran o legislaran en nuestra representación por los próximos años, son ellos quienes serán nuestra voz en las cámaras o quienes buscaran la forma de estirar el presupuesto para construir la vialidad que tanto hace falta en la colonia o poner el semáforo que termine con los coques de la esquina.

Pero si se suponen que son tan importantes en nuestra vida diaria, ¿por qué su elección nos parece intranscendente? Esta vez la respuesta si es obvia, porque la renovación de esos órganos del Estado Mexicano sólo representa el cambio de nombres, ya sea de partido o personaje, en ningún caso esa renovación traerá el semáforo de la esquina y mucho menos la comida a la mesa en esta crisis, tampoco se terminará, con uno o con otro, con la venta de drogas en las escuelas, con el desempleo o con la deserción escolar.

El momento crítico para los políticos mexicanos es cada tres años, ya que en el intermedio su puesto y salario están asegurados por nuestros impuestos, pero lo que ahora es importante, ganar nuestro voto, debiese ser algo conseguido durante su estancia en los cargos que cada tres años vuelven a buscar, debiesen conseguirlo con el trabajo realizado y no con la promesa del trabajo que dicen realizarán, para ello, para que esta visión del servicio público sea una realidad hace falta que nos interesemos como gobernados durante tres a años y no cada tres años, si es que lo hacemos cada tres.

Citando una historia del ex presidente estadounidense Eleanor Roosevelt, quien cuenta que cuando le presentaron, siendo presidente, a un líder sindicalista de su país, éste le contó acerca de las aberraciones laborales a las que eran sometidos los empleados de la empresa en la que trabaja, al tiempo que le dijo como debían hacerse las cosas para evitar tales abusos, y Roosevelt le respondió pidiéndole una cosa, después de manifestar su acuerdo en torno a lo que le dijo, le pidió que saliera y se le obligara a hacerlo.

Ésa es la labor que tenemos los ciudadanos, mas allá de votar cada tres años y mucho más importante, es salir siempre que sea necesario y obligar a las personas que fueron electas por nosotros o por la mayoría que nos haya ganado, a hacer las cosas que deben en beneficio nuestro. Si haciendo eso conseguimos, como normalmente se consigue, el semáforo de la esquina, entonces podremos preocuparnos por elegir servidores públicos cada tres años, ya que sabremos que con eso resolvemos los problemas que nos aquejan entre mandato y mandato.

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