18 de mayo de 2016, desde algún pantano de Tabasco (con interné). Respetable Barack: Siempre he sostenido que el poder atonta a los inteligentes y a los tontos los vuelve locos, por eso no me sorprende tu carta, eres una persona inteligente. Como veo que sabes, el gobierno de mi país compró un avión sumamente caro, que puede ser muy bueno (guardando proporciones), pero tenemos un pueblo pobre que no se puede permitir ese lujo. El tuyo, tu pueblo, es beneficiario de la riqueza que en su provecho se extrae de todo el mundo, a nosotros nos pasa al revés, ustedes, extraen riqueza de aquí. Mientras ello continúe y mientras nuestra gente no pueda acceder a una vida digna, es incongruente gobernar con los lujos que comentas, y aún teniendo un pueblo en mejores condiciones, resulta indigno. Entiendo que dices compartir la filosofía del Papa Francisco, a quien respeto; bueno, ésa filosofía se aleja mucho de tus aviones y sistemas de seguridad, como del avión mexicano.
La historia se repitió por décadas en las izquierdas de las naciones, sin importar la geografía o el nivel de desarrollo de sus pueblos. Dejando de lado a las izquierdas revolucionarias que arribaron al poder, las que se inscribieron en el concurso electoral, han tenido que aprender que las condiciones ideológicas no son lo único necesario para llevar a cabo un proyecto, además hace falta convencer de éste a propios y extraños y para ello, hay que saber convencer, y ello no se consigue creyendo que el otro esta equivocado, sino que simplemente, piensa diferente. En la apuesta de la política democrática cohabitan muchos intereses, que además de ser tolerados, deben de ser aceptados por unos y por otros. Como ejemplos tenemos varios, por ello citemos a los más cercanos en tiempo y distancia. El mejor y más socorrido es Brasil, cuyo Partido de los Trabajadores, con Luiz Inacio Lula, tuvo que moverse paulatinamente y por el embate de muchos fracasos hacia el centro, dejar de la