El acercamiento diplomático que mantuvo Felipe Calderón con Barack Obama pone de manifiesto la gran distancia entre ambos en materia política, lejos de lo que la foto pueda arrojar.
Cuando comenzó formalmente la campaña por la presidencia de aquel país, el republicano John McCain, de una manera audaz vino a México después de visitar Colombia en busca de un poco de voto latino, visitó a la Virgen de Guadalupe y se reunió, cual si fuera ya Jefe de Estado, con Felipe Calderón en la residencia oficial, en Los Pinos. Esto significó un claro espaldarazo del gobierno de derecha mexicano, al partido de derecha de los Estados Unidos.
El balde de agua fría vino cuando el “gallo” de Calderón fue abruptamente derrotado por quien hoy lo recibió. No se trata de algo sencillo, en primer lugar, un gobernante no tiene porque estar apostando al triunfo de uno u otro gobernante en otro país, al menos abiertamente. El cálculo político-electoral fue errado, fue equivocado y no fue nada diplomático.
Pero a pesar del yerro, la secretaria de Relaciones Exteriores, Patricia Espinoza y, seguramente el embajador mexicano en Washigton, Arturo Sarukhán, buscaron y consiguieron un encuentro que superara la metida de pata; por fortuna lo consiguieron, al menos para la foto.
Pero el encuentro en realidad es un paliativo para los mexicanos, para los mexicanos gobernados por Calderón y para los que desde este 20 de enero, comenzará a gobernar Obama. Es una mensaje de tranquilidad para los migrantes, tal y como lo hizo Vicente Fox ocho años atrás cuando fue a negociar la famosa “enchilada completa”, es una manera visual, no real, de demostrar cercanía, amistad, diálogo y trabajo, todo, encaminado al principal problema que aqueja a ambas naciones.
El simbolismo de ser el único Jefe de Estado que el estadounidense reciba antes de convertirse en Presidente, no significa nada en realidad, sólo el hecho de que no será el primero en ser recibido cuando Obama sea Presidente después del 20 de enero. Quien sea el mandatario recibido con esa distinción, tendrá la ventaja de poder tratar con alguien que tenga en la vía de los hechos la capacidad de tomar decisiones, y no sólo posar para la foto.
Sin embargo hay que reconocer la disposición del equipo del demócrata para darle oportunidad al panista de recomponer la relación a los ojos de los mexicanos, ya que para los ciudadanos estadounidenses este encuentro resulta poco interesante y no merece ni enterarse de la visita del mexicano, quien por cierto llegó numerosamente acompañado por buena parte de su gabinete.
Pasada la visita, no queda más que espera a ver cuál es la real política del nuevo gobierno, en particular para América Latina, aunque tarde en conocerse, por ser más importante atender el conflicto en Medio Oriente y por supuesto la grave crisis económica con la que recibe a la Nación. Después y mucho tiempo después, tal vez puede tender los puentes necesarios para atender a los países con los que comparte el continente del que se creen único país; tarea en la que mal haría Calderón en servir como bisagra de transición, ya que no es su papel como Presidente servir a otro de embajador con el sur, y si así lo considerara, que puede ser, es más factible que se entiendan los mandatarios latinos con Obama, que éstos con Calderón.
Con esto queda claro que la visita no representó, más que una muestra de magnanimidad de Barack Obama en vista de la insistencia que seguramente representó la Cancillería Mexicana, ante un gobernante débil, que requiere del encuentro con uno legitimado, para restar su falta de estatura.
Botana
El PRD parece tomar sensatez y presentarse con propuestas viables para recomponer la economía nacional, hecho que dudo, sea considerado adecuadamente por el Gobierno Mexicano, en vista de que mucho de lo propuesto, se basa en disminución de salarios. Y vaya que es buena noticia, ya sólo falta que se concrete la articulación de Andrés Manuel López Obrador para que se configure un trío fantástico electoral, AMLO-Chucho-EL Carnal.
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