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Generando razones

Durante el sexenio de José López Portillo y Pacheco, fueron descubiertos importantes yacimientos petroleros en Chiapas, Tabasco y la sonda de Campeche, ello le permitió al entonces presidente reactivar la economía mexicana, que junto con la interrupción de la venta de petróleo que los países árabes hicieron a Estados Unidos y Europa Occidental, por el apoyo que éstos dieron a Israel, México se convirtió en el primer exportador de crudo en el mundo. Aumentó el Producto Interno Bruto (PIB) en 8% anual y el Presidente dijo su celebre frase: “Quiero administrar la abundancia”. Así comenzó en México la explotación desmedida que desde 1939, es exclusiva para el Estado de los energéticos, particularmente el oro negro.

Petróleos Mexicanos (Pemex) se convirtió en la principal fuente de ingresos para los subsecuentes gobiernos, representando hasta la fecha más del 30% del PIB nacional.

El abuso que hicieron gobiernos priístas a la paraestatal, para financiar el gasto público e interno de su partido, el PRI, como en la campaña presidencial de Francisco Labastida, quien sumó a las grandes prerrogativas del Instituto Federal Electoral para su campaña mil 500 millones de pesos, que fueron destinados inicialmente por la empresa al Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), y de ahí en contubernio con quien continua siendo el secretario general del STPRM, Carlos Romero Deschamps, a la campaña del candidato, quien perdió frente a Vicente Fox, el Presidente del “cambio”, no terminó cambiando.

Ya instalado el nuevo partido en el poder, Vicente Fox y su política de extracción acelerada llevó a que las reservas probadas de petróleo cayeran 42% en el periodo 2001-2003, descendiendo de 32 mil 614 millones a 18 mil 895 millones de barriles de crudo, extracción que no tuvo como fin el consumo nacional, sino el de Estados Unidos, ya que 85% de las ventas foráneas tuvieron como destino aquel país, siendo así, de cada 100 barriles producidos, 48 los consumieron los estadounidenses y sólo 45 nosotros. Además de eso en la segunda etapa de su sexenio la coyuntura internacional del alto precio del barril de crudo aportó cuantiosos excedentes al gobierno federal, en la Ley de ingresos de 2004 -por ejemplo- los diputados aprobaron un precio estimado por barril de 20 dólares, mismo que promedió durante ese año en 28.41 dólares por barril, 8.41 dólares por encima del precio estimado.

Conjugando estos dos elementos (los altos precios y la extracción desmedida) la empresa vendió 441 mil millones de dólares (mdd) en el sexenio, gastó 201 mil mdd y le quedó una utilidad de 240 mil mdd, cantidad que le entregó a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) además de 18 mil mdd por impuestos, suma que Pemex pagó a la SHCP con deuda.

La mayoría estos recursos fueron destinados al pago de gasto corriente de la administración foxista, no al financiamiento de exploración o refinación de petróleo, o a la investigación científica para la creación de fuentes renovables de energía.

En suma, quienes hicieron mal uso del dinero de la paraestatal por medio del sindicato, no sólo no fueron procesados, siguen al frente del mismo. No se aprovechó, como ahora el elevado valor internacional del combustible, si no además, se concretaron millonarios contratos con empresas de reciente creación sin la experiencia y capital necesarios para los requerimientos de la actividad; provocando para la principal empresa mexicana, una situación de crisis financiera que otorga argumentos para quienes siempre han buscado que el Estado deje el monopolio del aprovechamiento de los energéticos, argumentos que entre otros defienden, quienes la administran desde la abundancia que Pemex les genera.

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